Por Lily Luciano– Hoy.- El pasado mayo, Anna Wintour, editora en jefe de la revista “Vogue” y directora creativa de Condé Nast, alertó en una entrevista para el medio estadounidense CNBC que los efectos del coronavirus sobre el mundo de la moda están siendo “catastróficos”, y anotó que la pandemia ha devastado tanto a diseñadores emergentes como a las grandes marcas. Esa es una realidad de la que no escapa la República Dominicana, un mercado emergente que está en la obligación de buscar alternativas para sobrevivir a los efectos económicos que se ha vaticinado tras la pandemia del COVID-19.
Verónica Lora
Para salvar el negocio de la moda, los diseñadores e inversionistas del país podrían tener varios caminos, opina Verónica Lora, periodista, diseñadora y profesora de moda en el Instituto Técnico Superior Comunitario (ITSC), para quien, desde el punto de vista de la reinvención, esta situación puede significar un empuje para la moda local, una oportunidad para terminar de despegar como mercado, “y para eso hay que dejar de pensar en el vestidito de lentejuelas, para ofrecer al mercado lo que requiere en momento”.
Lora nos recuerda que la moda es un reflejo de lo que sucede en la sociedad en un momento histórico determinado y que las crisis han sido el mejor aliado para la moda, históricamente hablando.
Desde este punto de vista, opina que el país tiene una gran oportunidad. “veo mucho futuro para nosotros, es una gran oportunidad para que podamos surgir como los fabricantes de moda del Caribe, ya que somos uno de los países con más posibilidades en el territorio. La ventaja para nosotros como mercado emergente es que ahora vamos a tener que producir de verdad para suplir necesidades que antes se suplían con productos del extranjero”, explica.
Carlos de Moya
De su lado, el diseñador de moda Carlos de Moya asegura que, como creativo, ante esta situación debe interpretar la necesidad de sus clientes y transformarlas en diseños que esté en su naturaleza dar como una solución, pero de una manera estética.
“En cada gran cambio que ha sufrido la humanidad, la moda ha logrado reinventarse, esta no será la excepción; los diseñadores con marcas más pequeñas tenemos muchas oportunidades de mutar en este proceso, de crecer o desaparecer… Espero ser de los que crezcan”, explica.
De acuerdo con Moya, ya hay algunas pistas de lo que podría pasar con la moda, como por ejemplo se habla de la desaparición del “fast fashion”, se refuerza la importancia de transparencia y producción responsable, tomando en cuenta además que el consumidor buscará piezas de mayor duración.
“La reinvención en la moda venía danzando desde hace años y el COVID-19 fue el detonante y desacelerador; calmó los procesos y nos dio tiempo para pensar en la sobreproducción, en las temporadas, en el tipo de presentaciones que hacemos y una infinidad de temas más que son vitales para entender el nuevo rumbo de esta industria centenaria”, dice.
Belkola
Necesidad versus deseos. Belkis Vásquez (Belkola) informa que durante la pandemia sus operaciones se han reducido a un 1 %. “El área de nosotras se ha visto muy afectada, principalmente porque no es algo muy necesario; ya la gente va a utilizar lo que necesite, entonces debemos girar hacia las prendas prácticas, más esenciales, pensar más en el uso que en el arte”.
Belkola, quien desde hace un año se había volcado al mercado digital, reitera que todas las realidades sociales se reflejan en la moda.
“Ahora estamos en un tiempo de crisis y todo va orientado hacia lo saludable, lo limpio, lo higiénico y a buscar una salida”, explica.
La diseñadora admite que la comodidad y la funcionabilidad van a sustituir a la elegancia, “claro que, si ahora uno se va a cuidar más, a la hora de salir se piensa más en la ropa práctica, que sea fácil de quitar a la hora de llegar a la casa; sin embargo, la estética permanece, solo hay que adaptarse a las circunstancias”, concluyó la diseñadora.
